Lo biológico ya ha entrado de pleno derecho en nuestra alimentación. Elegir productos biológicos significa comer alimentos sin química sintética, y por lo tanto naturales.
Sin embargo, el bienestar no está solo en la punta del tenedor, o en morder una manzana gustosa y sana como las de antes. También vestirse sigue el mismo principio de fondo: la ropa biológica también sienta bien. En cambio, usar una prenda que contiene química de síntesis, a menudo nociva, no es lo más conveniente para el cuerpo.
Estudios universitarios han detectado un aumento en el número de alergias, dermatitis y patologías de la piel provocadas por la ropa utilizada, debido en gran parte al estrecho contacto con la misma.
Por lo tanto, razonando en términos de bienestar completo, también cuando se realiza un tratamiento de belleza o una terapia tiene poco sentido usar un albornoz o envolverse con una sábana de algodón sintético.
Un concepto incorporado ya en determinados SPA y centros de bienestar que han elegido cuidar y ofrecer a sus clientes solo productos de proveniencia biológica certificada.
“¡Pero yo tengo todo de algodón natural!” es la respuesta más frecuente.
Sin embargo, decir natural es no decir nada. Al revés, a menudo es un engaño.
Deshagamos un lugar común: 100% natural no significa 100% biológico. La elaboración convencional de tejidos obtenidos de fibras vegetales como el algodón o el lino, o de pelo animal, como la lana, a menudo aporta al hilado sustancias extremadamente agresivas como formaldehído, colorantes dispersos y metales pesados.
En cambio, la ropa biológica se obtiene a partir de una producción certificada (GOTS, por ejemplo), en la cual todas las elaboraciones, desde el campo de cultivo al producto acabado, están realizadas con sustancias naturales y de bajo impacto ambiental.
El resultado se siente en la piel, que queda libre de agentes externos, gana en salud y permite, por ejemplo, que los tratamientos estéticos o terapéuticos realizados en el SPA tengan una mayor eficacia. Lo mejor son las prendas no teñidas y no blanqueadas, que conservan los refinados colores crudos típicos de la fibra natural; la diferencia entre teñido y no teñido se puede notar también en la sensación de mayor suavidad que conservan las prendas menos tratadas.
